Que ver en Samana república dominicana
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Hablar de la península de Samaná es hablar de una contradicción encantadora. Está en la República Dominicana, país que muchos asocian con resorts y pulseritas de todo incluido.
En este rincón del Atlántico Norte las playas espectaculares aún se parecen más a una pintura sin marco que a un folleto turístico. No encontrará centros comerciales en la arena blanca, sino selva tropical, cascadas y un terreno que a veces parece diseñado para quejarse mientras se recorre.
Repasaremos los mejores lugares que ver en Samaná, desde playas vírgenes hasta cuevas con historia taína, pasando por el espectáculo de las ballenas jorobadas en la bahía de Samaná y por supuesto, el corazón escondido en El Valle: su playa, su cascada y hasta un zip line para quienes creen que la gravedad es un deporte.
Qué ver en Samaná: una península sin filtro
La península de Samaná no es un lugar diseñado para el turismo de masas, aunque inevitablemente se acerca a esa categoría cada temporada. Su capital, Santa Bárbara de Samaná, presume de ser la capital de la provincia y también la capital de la península.
Una ciudad pequeña, con un puerto activo y un aire de pueblo de pescadores que recuerda que no todo está diseñado para Instagram.
La bahía de Samaná es una maravilla de la naturaleza en sí misma: rodeada de la sierra de Samaná, con un terreno montañoso que da carácter al paisaje.
Viajar a Samaná es enfrentarse a la naturaleza cara a cara, con selvas, acantilados y manglares que parecen empeñados en recordarle que usted es un visitante, no el dueño de casa.
Playa El Valle: la joya escondida de república dominicana
En la costa norte de Samaná se encuentra Playa El Valle, una de esas playas vírgenes que parecen inventadas por un director de cine con buen gusto.
Rodeada de montañas, selva y un manglar que recuerda que aquí la naturaleza manda, esta playa de aguas hermosas y arena dorada es un refugio perfecto para un día de playa sin turismo de masas.
Muy cerca se esconde la Cascada El Castaño, menos famosa que el Salto del Limón pero igual de hermosa. Y si la idea de lanzarse al vacío sujeto por un cable le resulta tentadora, el Zip Line de El Valle ofrece la dosis de adrenalina que equilibra tanta serenidad tropical.
Cayo Levantado y las Galeras en el atlántico norte
Si un lugar en la península ha logrado fama internacional es Cayo Levantado, también conocido como isla Bacardí. El apodo no es gratuito: sus palmeras y sus playas de arena blanca fueron escenario de aquel famoso anuncio de ron.
Hoy, es uno de los destinos más solicitados para una excursión desde la bahía de Samaná. Eso sí: prepárese para compartir la vista con muchos otros que también la han reservado.
Las mejores playas de República Dominicana tienen aquí algunas de sus representantes más brillantes. Destacan:
Playa Rincón y playa Frontón
Ambas se encuentran en Las Galeras: espectaculares, salvajes, con arena blanca y fina y oleaje que impone respeto.
Playa Cosón y playa Bonita
En Las Terrenas: perfectas para caminar durante kilómetros, ver palmeras inclinadas y disfrutar de un ambiente vibrante.
Excursión a playa Ermitaño
También en el Valle: tan escondida que la mayoría la descubrirá por primera vez en esta frase.
En Las Galeras incluso existe una excursión a las 7 playas escondidas, una ruta que parece inventada para quienes creen que las playas espectaculares no deberían repetirse.
Santa bárbara de samaná
En Santa Bárbara de Samaná, la vida ocurre entre el mercado y el malecón. El primero es un caos delicioso: pescado recién salido del Atlántico junto a frutas tropicales que parecen inventadas para confundir a los extranjeros.
El malecón, en cambio, ofrece el espectáculo de la bahía y la procesión constante de motoconchos (las motos con chofer, o mototaxi). La gastronomía va de lo sofisticado a lo esencial.
Puede comer en el restaurante Santa Bahía, donde la cocina local se viste de gala, o terminar la noche como lo haría cualquier dominicano sensato: con un auténtico pica pollo en la mano después de bailar una bachata.
Cascadas y selva tropical: el Salto del Limón
Hablemos de la cascada El Limón, también llamada Salto del Limón. Tiene 40 metros de altura y está en medio de un terreno tropical que no regala nada. Para llegar, prepárese para una caminata de 40 minutos cuesta arriba o, si quiere suavizar la experiencia, al menos 15 minutos en coche por la carretera del bulevar turístico.
Desde ahí, el resto es a pie. El terreno puede ser húmedo, resbaladizo y, sí, incómodo. Pero el premio es un salto de agua que se desploma en una piscina natural donde bañarse es un lujo que no se paga con dinero.
¿Vale la pena? Sí. ¿Es cómodo? No. Pero la incomodidad también es parte del encanto. Después de todo, ¿quién quiere presumir de una cascada tropical que se alcanza en ascensor?
Parque Nacional Los Haitises: cuevas, manglares y taínos
El Parque Nacional Los Haitises ocupa varios cientos de kilómetros cuadrados y es uno de los paisajes más valiosos de toda la península de Samaná. Aquí abundan los manglares, las formaciones kársticas y las cuevas con arte rupestre de los taínos.
La experiencia suele incluir una excursión en bote: manglares a un lado, acantilados al otro, y una sensación de estar navegando en un escenario diseñado para una película de aventuras. Claro que, en lugar de actores, encontrará aves tropicales y una gran variedad de peces.
Para los amantes de la historia, estas cuevas permiten entender algo del pasado precolombino de la República Dominicana. Para los demás, al menos son un buen descanso del sol y la playa.
Ballenas jorobadas: espectáculo de enero a marzo
De enero a marzo (o, si prefiere la precisión, entre enero y marzo), la bahía de Samaná se convierte en escenario de una de las mayores concentraciones de ballenas jorobadas más importantes del mundo.
Las jorobadas llegan aquí para el apareamiento. Viajan miles de kilómetros desde el Atlántico Norte solo para aparearse en estas aguas cálidas. Usted puede observar el ritual desde un bote en una excursión de avistamiento de ballenas.
Ver ballenas en su hábitat natural es un espectáculo imponente. Salen a la superficie, golpean el agua, muestran la cola. Una coreografía sin director ni libreto. El museo de las ballenas en la ciudad de Samaná ayuda a poner en contexto este fenómeno natural.
Las ballenas jorobadas vienen, usted las mira. Todos cumplen su papel.
Gastronomía y pueblos de pescadores
El encanto de Samaná no está solo en sus playas más salvajes o en sus cascadas. También está en sentarse en un pueblo de pescadores y comer en el restaurante más sencillo un plato de langosta o pescado fresco. La sofisticación no es necesaria: la frescura del mar es suficiente.
Claro que también puede optar por un resort como el Bahía Príncipe Samaná o el Príncipe Samaná, donde el lujo se combina con la cercanía al mar. Pero el contraste entre el resort y el chiringuito local forma parte de la experiencia.
Las Terrenas: cosmopolitismo tropical
En la costa norte de Samaná, Las Terrenas ha pasado de ser un pueblo remoto a un destino vibrante con aires cosmopolitas. Aquí conviven expatriados europeos con locales, lo que ha dado lugar a una mezcla curiosa: playas de aguas cristalinas y restaurantes de cocina internacional. Un equilibrio entre lo tropical y lo urbano, con un toque de improvisación caribeña.
¿Cómo llegar a la península de Samaná?
Llegar a la península no es complicado, aunque puede parecerlo si se compara con otros destinos más domesticados.
El aeropuerto internacional más cercano ofrece acceso, pero muchos prefieren llegar en coche desde Santo Domingo, recorriendo el bulevar turístico del Atlántico. La ruta tiene sus baches, pero también vistas que hacen olvidar la incomodidad del terreno.
En 45 minutos puede estar en una playa escondida; en minutos en coche o moto, alcanzar cualquier punto de la costa norte. Así es Samaná: imprevisible, caprichosa y, por eso mismo, inolvidable.
Paraíso natural con carácter propio
Samaná es un lugar que todavía se parece más a un paraíso natural que a un folleto publicitario. Entre playas vírgenes, playas de arena blanca, cascadas de 50 metros de altura, manglares y ballenas en pleno Atlántico, el contraste con el turismo de masas es evidente.
Aquí no encontrará solo postales: encontrará terreno real, con sus incomodidades y sus recompensas. Y eso, créalo o no, es parte de su encanto.
Viajar a República Dominicana y no dedicar unos días a la península de Samaná sería como ir a París y no mirar la Torre Eiffel: posible, pero poco recomendable.
