Viaje familiar a el valle samana
Hicimos un viaje familiar a el valle samana un destino dominicano para agendar.
Una de esas escapadas que te reconcilian con la naturaleza y te dejan con ganas de volver a republica dominicana para seguir explorando.
Descubrimos este rincón escondido del Caribe casi por casualidad, buscando un lugar poco turístico en República Dominicana, alejado de las rutas típicas de Punta Cana.
Lo que encontramos fue mucho más que una playa: fue una experiencia en el corazón de Samaná, con jungla, playas vírgenes, cascadas secretas y un ritmo de vida que invita a bajar revoluciones.
Como llegamos a samaná
Volamos desde Madrid a Santo Domingo, y desde allí habíamos reservado un transporte privado hasta El Valle, en la península de Samaná.
El trayecto por carretera dura unas tres horas, atravesando paisajes caribeños, pequeñas localidades y colinas cubiertas de vegetación exuberante que anticipan lo que está por venir.
Al viajar en familia, optamos por un traslado privado coordinado por el alojamiento. Resultó cómodo, seguro y, repartido entre varios, bastante rentable.
El conductor nos esperaba en el aeropuerto y nos llevó directamente al hotel, haciendo incluso una parada para probar frutas frescas en un puesto al borde del camino.
Si viajas con presupuesto más ajustado o prefieres moverte como los locales, existe la opción de tomar una guagua, los buses públicos que recorren las rutas principales del país. Es una alternativa económica aunque algo más lenta.
Alojamiento frente a playa el valle
Nos alojamos en hermoso eco-hotel, el valle lodge escondido entre la selva, a solo unos pasos de Playa El Valle a 20 minutos de samana. Nada de habitaciones impersonales ni colosos de cemento.
Los bungalows de madera se integran con el entorno selvático, rodeados de palmeras, flores y el sonido constante de la naturaleza.
El estilo es rústico pero no por eso menos confortable. Las camas son comodísimas, con sábanas frescas y almohadas mullidas que invitan a dormir a pierna suelta.
Los detalles marcan la diferencia: productos de baño naturales, toallas suaves y una terraza con hamaca para ver el atardecer con un café o una copa de ron local.
Lo que más nos gustó fue la calidez de los anfitriones. Nos recibieron como si fuéramos viejos amigos, nos ayudaron a organizar actividades, recomendaron rutas de senderismo y hasta cocinaron platos locales una noche, solo porque sí.
Si tuviera que mencionar algo mejorable quizás sería la cantidad de insectos al caer la tarde. Nada grave, es parte de estar en un entorno tan vivo, pero no olvides meter el repelente en la maleta.
En resumen, es un alojamiento que apuesta por el lujo descalzo: ese lujo sin pretensiones, auténtico y en conexión con el entorno, que no necesitas vestir de gala para disfrutar.
Excursión a playa ermitaño y playa onda
Uno de los días hicimos una excursión en lancha hacia la hermosa playa Ermitaño, una joya escondida entre montañas de arena blanca solo accesible por mar o por un largo sendero (no muy apto niños).
El trayecto desde El Valle es corto pero emocionante: el mar Caribe se muestra en todo su esplendor y, si hay algo de oleaje, puede ser una pequeña aventura.
Este páramo paradisíaco tiene ese aire de lugar olvidado por el tiempo: sin chiringuitos, sin música, solo nosotros, el mar y el sonido del viento. Cerca también está playa Onda, más pequeña pero igual de mágica.
Paramos a hacer snorkel, y aunque no había muchísima vida marina, la sensación de estar completamente solos lo compensaba. Los niños se lo pasaron genial y nosotros tranquilos por las aguas calmas y poco profundas.
Cascada escondida en el paisaje tropical
Otro de los momentos más bonitos del viaje fue adentrarnos en el interior de la selva de samana para descubrir algunas de las cascadas tropicales de la zona. Hay varias rutas de senderismo que parten desde El Valle o los alrededores.
Nosotros fuimos a el castaño o cataneo (le llaman de ambos modos!), caminando entre cafetales y árboles frutales. El baño en la cascada con agua fría y transparente fue brutal. Para los peques saltar desde las rocas fue un juego que los entretuvo una buena media hora.
La sensación de estar completamente rodeados por un paisaje tropical intacto, sin ruidos artificiales ni turismo masivo, fue de las cosas que más valoramos como familia.
Visita al parque nacional los haitises
Desde Santa bárbara de samaná organizamos una excursión al Parque Nacional Los Haitises, un imprescindible para cualquiera que visite esta zona de la isla.
Es un paraíso natural con manglares, cuevas con arte taíno y formaciones rocosas que emergen del mar, como si fueran islas flotantes.
A los pequeños les encantó ver murciélagos en una de las cavernas, y a mí me fascinó la historia detrás de las pinturas rupestres. Los Haitises son una muestra clara de lo rica que es la cultura y biodiversidad de esta región.
El Valle Samaná me pareció perfecto para un viaje familiar fuera de los circuitos turísticos. Desde playas vírgenes como playa bonita, hasta aventuras en la selva, pasando por comida casera y hospitalidad local, aquí todo se siente más real.
Lo recomendaría a familias aventureras, parejas que buscan desconexión y cualquier viajero que quiera descubrir un Samaná tropical y auténtico. Volvería, sin duda. Aunque esta vez, quizá en temporada más fresca para evitar el calor tan húmedo.